HOY SE HA HECHO HISTORIA EN SANTANDER
Creo que este 68 Festival Internacional de Santander marcará un antes y un después en su feliz ascenso para ocupar el lugar que se merece en el panorama festivalero estival europeo.
Si el concierto inaugural fue magnífico, el del domingo pasado no fue para menos. Subía a escena la JOSCAN, jóvenes orquesta sinfónica de Cantabria, un proyecto de innovación Educativa de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte. Jóvenes entre 14 y 26 años, dedican los momentos libres de clases (vacaciones de Semana Santa y verano) para estudiar, ensayar, preparar y tocar. Su línea de trabajo, como comenta José Manuel Saiz, coordinador artístico y técnico, es presentar al público un repertorio singular, pero no exento de gran interés y dificultad, tanto a nivel musicológico como artístico. Recuperar obras del Patrimonio histórico, de Cantabria y España, así como obras del siglo XX y XXI, al mismo tiempo que se manifiesta la riqueza de talentos y profesionales jóvenes que existen. Un doble objetivo, por tanto, artístico y humano, que han hecho las delicias del público de la sala Argenta del Palacio de Festivales de Santander.
Los dirigía el gran maestro José Luis Temes, y los acompañaba la Camerata Coral de la Universidad de Cantabria, preparada por su director Raúl Suárez.
No puedo continuar sin comentar la presencia en la sala de dos de los grandes compositores españoles de la historia, como son Tomás Marco y Carlos Cruz de Castro. Historia viva de la música, a pocos metros de cada uno de los casi 1500 asistentes al concierto. Todo un honor y un privilegio.
Todos unieron sus fuerzas, y su trabajo, en una jornada llena de reivindicaciones. A los jóvenes músicos, a las orquestas y coros jóvenes, a la música del XX y del XXI, haciendo énfasis en la española y cántabra.
Se presentó un programa nada fácil de interpretar, sobre todo después de Mendelssohn, Chopin y Beethoven que sonaron 24 horas antes. Antes de comenzar con la primera obra, las Quattro versión original della "Ritirata notturna di Madrid" (1975), el maestro Temes hizo una breve, pero necesaria y esclarecedora, introducción a la obra de Luciano Berio, mostrando, al más estilo de Bernstein, el original toque militar de la retirada, que enamoró a Boccherini, la versión galant de este compositor, y finalmente la obra de Berio (1925-2003)
Una preciosa línea del tiempo, con cierto trasfondo neoclásico, que fundía la España del finales del XVIII con el siglo XX de Berio a través de un hermoso "acordeón dinámico", a la manera del Bolero de Ravel, que comenzó con los ritmos militares de los tambores, situados en los extremos de la orquesta, enfrentados, a los que se fueron incorporando el resto de instrumentos, hasta llegar al climax, con las cuerdas realizando amplios fraseos melódicos, mientras los vientos iban "deconstruyendo" las melodías de Boccherini. Poco a poco el desfile se aleja, hasta perderse con el último toque de baqueta de los tambores.
Hilos de distintos colores, unos tonales y otros atonales, perfectamente planificados y entrelazados por el genio compositivo de Berio, crean un tapiz lleno de divertidas, unas veces, y serias, otras, sonoridades, desglosadas magníficamente por la orquesta.
Les siguió le obra Escorial, de Tomás Marco, compuesta apenas un año antes que la de Berio, por un encargo de la Fundación Juan March. El nexo entre las dos obras gira en torno a Boccherini, siendo este Real Sitio uno en los cuales trabajó, al servicio del Infante don Luis.
Ya desde el inicio nos "empuja" con un acorde típicamente atonal, cargado de disonancias, y que será el leiv motiv de este viaje en el tiempo. Un lenguaje vanguardista para la época, en el que destaca el intenso empleo de las percusiones, y el gran trabajo de sus intérpretes, algo frecuente en la Nueva Música a partir de la segunda mitad del XX. El por qué se explica debido a su afinación indeterminada, que complementa perfectamente con la del resto de instrumentos. Además podemos observar y oír a los cuatro saxos, un instrumento que suele usar el compositor por sus timbre característico, que se podría situar entre las maderas y los metales.
Una obra casi claustrofóbica, que nos hace sentir en nuestra propia piel, la sensación de estar encerrados, en una cárcel, ya sea física, mental o ideológica, que no nos deja descansar hasta el final de la misma. El motivo obsesivo del inicio no se detiene y nos interpela, como si fuera una dura pregunta a la que debemos responder. Una pregunta del tipo: ¿y tú, qué vas a hacer?
Tras el merecido descanso, después de este "golpe psicológico", dos perlas cántabras de la mano del compositor Arturo Dúo Vital (1901-1964), cuya familia también estaba presente.
La primera de ellas, una canción extraída del folclore de su región, La fuente y la moza (1949). Dicen que el violonchelo es el instrumento que más se parece a la voz humana y seguramente ese fue el motivo que llevó a Dúo Vital a asignar la dulce melodía a este instrumento, interpretado de manera deliciosa por la cellista principal. La orquesta se encarga de acompañar, casi de manera infantil.
La segunda obra de Dúo Vital es su impresionante oratorio "popular" para voces solistas, coro y orquesta Sinfonía Benedicta (1956), compuesta para la majestuosa basílica de Aránzazu. El libreto, obra del propio compositor, contiene textos en latín, castellano y euskera y recuerda la historia de la aparición de la Virgen al joven Rodrigo. Otro detalle curioso, pero estudiado, es la presencia, durante la reconstrucción de la basílica, del arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza, el mismo que proyectó el edificio y la sala en la que se estaba escuchando el concierto.
Las intervenciones de los cinco personajes, se fusionan de manera suave y natural,, con las líricas partes orquestales, que recuerdan a Dukas, su maestro, Poulenc o el más delicado Stravinsky.
Una velada inolvidable y reivindicativa. Como bien señaló el maestro Temes, estos compositores ya no son unos "niños que hacían cosas raras". Puede que allá en aquellos años las hicieran, pero recordemos que también pululaban por Europa Schönberg, Stockhausen, Maderna, Ligeti, cage, Xenakis, Messiaen y compañía, Han pasado ya más de 50 años desde que las llamadas "segundas vanguardias" comenzaran sus experimentos, y más de 100 desde el atonalismo, el dodecafonismo y el serialismo. Es importante y necesario que se empieza a escuchar toda la música que se ha dejado a un lado durante casi un siglo, abrir nuevos horizontes a la escucha, fenómeno sonoro y a la percepción musical. Y también y no menos importante, valorar como se merecen a los compositores españoles, que siempre, salvo contadas excepciones, han estado relegados a los últimos minutos de las clases de los Conservatorios actuales, y al olvido.
El domingo hemos podido presenciar un paso significativo para que todas estas reivindicaciones puedan, poco a poco con la ayuda de todos los que creemos en la MÚSICA, acerca realidad.
Mi más sincera enhorabuena a todas las personas que han hecho posible este concierto, desde los compositores, músicos, directores, gerentes, patrocinadores y demás agentes involucrados.
SEGUIMOS ADELANTE
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